Guillermo Rifo
La música es una sola, no hay varias
Guillermo Rifo es uno de los grandes compositores del Siglo XX, eso es innegable. Pero su humildad, desenvoltura y sencillez, hacen de este músico, director, percusionista y amante de la música chilena, un notable talento humano.
Guillermo Rifo, tiene 63 años, realizó sus estudios musicales en el Conservatorio Nacional de la Universidad de Chile, obteniendo el título de Licenciado en Interpretación Musical con mención en Percusión. Su profesor en esta arte fue el maestro Jorge Canelo. En forma privada estudió diferentes materias con los maestros David Serendero, Roberto Escobar, Mariano Casanova, Ernest Hubert-Contwig y Juan Amenabar.
Aunque su principal quehacer siempre ha sido la composición, en los últimos 20 años, entre otros, ha dirigido la Orquesta Sinfónica de Chile, de Antofagasta, Serena y Concepción; el Conjunto de Percusión de la Universidad Católica ; el Ensamble Bartok, además de múltiples agrupaciones formadas para conciertos específicos, principalmente para estrenar música compuesta en Chile.
Es ésta su pasión perfilada en esta entrevista, la música chilena y latinoamericana, que vista a través de su mirada mestiza –tal como él se define- trasvasija toda la importancia del ser chileno y latinoamericano en un mundo donde la música se entiende bajo un mismo lenguaje.
- Guillermo, eres uno de los más grandes compositores y percusionistas de nuestro país del siglo XX, con una marcada preferencia y arraigo a la música latinoamericana ¿Por qué crees tú que tienes esa preferencia?
- Mira, yo diría que no es que tenga una predisposición o nada, es algo que siento, que me nace desde pequeño, pero no tiene una explicación, es lo que me gusta, con lo que vibro más. O sea yo siento mucho la música hispanoamericana y sudamericana, de cualquier zona y principalmente los tipos de folclor chileno, peruanos, argentinos, paraguayos, todos me emocionan mucho. Hay otras cosas que encuentro bellísimas también, como de Brasil, las Sambas y los Bossas lentos. Lo mismo pasa con la música del caribe, la música cubana; pero no tengo explicación, es porque lo siento aquí- señala apuntando el corazón-.
- Desde pequeño te gustaba la música popular, escuchabas las Orquestas de Radio Cooperativa que dirigía Vicente Bianchi. ¿Por qué crees tú que te gustaban?
- Porque ellos hacían música chilena- señala con mucha emoción- y en esos momentos yo no tenía idea que era música chilena. Yo te estoy hablando de cuando tenía ocho años. También escuchaba mucho jazz, pero no sabía que era jazz; escuchaba lo que me gustaba, y cambiaba lo que no me agradaba. Entonces, sí, siempre fui muy selectivo a la hora de escuchar música, pero nunca supe lo que escuchaba hasta ya adolescente cuando entré al Conservatorio como a los once años, y empecé a meterme más al mundo teórico de la música. Después ya adolescente de quince, diecisiete años, descubrí que yo siempre había escuchado jazz sin saber que se llamaba jazz, y siempre había escuchado música folclórica chilena y argentina, sin saber que era eso. Y eso a mi me llenaba de gusto, y me emocionaba.
“Y cuando yo compongo, compongo según mi cosmovisión, según mi forma de ver todo, y en mi mestizaje, yo tengo todo eso dentro de mí cabeza y sentimientos, entonces como mestizo que soy, mi música también es mestiza, creada en base de todas las culturas que yo he podido aprender, porque aprender todas es imposible. Y de todo eso, de todo ese mestizaje, yo saco lo que soy”
- Tus composiciones se caracterizan por fundir casi perfectamente la música docta con la música popular. Podrías explicar ¿cómo y por qué lo haces?
- Roberto Escobar, compositor, investigador y difusor de la música y cultura nacional, afirma algo parecido a lo que tú me dices. Asegura que hay una mala concepción entre la división de la música popular y la música clásica, dice que la única diferencia que hay entre ellas son los niveles de complejidad técnica en el proceso creativo, todos quieren ser serios y a la vez populares, porque en definitiva todos quieren ser escuchados ¿o no?
- Claro, si yo pienso que mientras más uno asume que es mestizo, más sincero es el discurso, en todo sentido. Si soy pintor, en mi pintura; si soy coreógrafo, en mi coreografía; pero primero debo conocerme, tengo que saber quien soy, dónde vivo, qué haría aquí hace quinientos años, cómo se desarrolló, etc. Tengo que conocer mi mestizaje, si no lo conozco se puede terminar en un snob que puede traer mucha música de otra parte, y muy poco de su raíz. Es como al inicio de la conversación, cuando te contaba que yo vivía en Gran Avenida, al igual que tú. Si yo no cuento y no sé que soy de la Gran Avenida, si yo no sé cómo nace la Gran Avenida, cómo se produce desde Independencia y Bandera, y sigue por San Diego; si yo no conozco nada de eso, culturalmente soy muy pequeño como para decir nada. Sin embargo yo veo con estupor que la gente habla cosas que no conoce, se pone ropa que no le pertenece, adquiere arte de una manera snob; entendiendo snob como ponerme ropa que no me queda o que no me corresponde. Y las personas adquieren una moda que no tiene nada que ver con su forma de ser, intrínseca pura. Entonces cuando yo empecé a asumir el mestizaje y sentirme muy orgulloso de ser mestizo, y además de ser santiaguino, porque yo estoy aquí, y no me alegra que haya smog, pero yo vivo acá, y me interesa saber qué pasaba antes. Si me preguntan a mi de historia de la humanidad, sé muy poco, a lo mejor de los fenicios, de los egipcios, y de los hititas, pero sé mucho de Santiago, de Colo-colo, de la Araucanía, porque primero yo y después el resto. A lo mejor mi posición es un poco egocéntrica pero si yo estoy bien, mi entorno va a estar bien, y así pienso en el arte, en la música, en la política. Primero yo, mi entorno, mi manzana, mi barrio, mi ciudad y después si tengo tiempo, miraré el mundo. Algunas personas parten al revés, aprenden inglés y usan la moda europea, pero no conocen la plaza Chacabuco, ni cómo se originó la plaza de Armas.
“Primero yo, mi entorno, mi manzana, mi barrio, mi ciudad y después si tengo tiempo, miraré el mundo. Algunas personas parten al revés, aprenden inglés y usan la moda europea, pero no conocen la plaza Chacabuco, ni cómo se originó la plaza de Armas”
- Guillermo, en este último tiempo ha crecido la reproducción electrónica. Sin duda que ha traído muchos beneficios, pero al mismo tiempo ha comercializado el arte y ha creado la música de consumo. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
- Es relativo porque yo pienso que la música siempre ha sido de consumo, de hecho si no hubiese sido un artículo de consumo, nosotros ahora no seguiríamos escuchando a Bethoven, a Mozart, ni a Haydn, porque ellos sí trabajaban componiendo música para ser consumida, Bach y todos ellos. Pero eso no habla mal de ellos, o sea es una forma de vivir y de ganarse el pan, incluso ellos no eran considerados artistas. Pero yo pienso que actualmente lo que se llama música de consumo, a mí me parece que tiene que existir. Si bien es cierto no me gusta mucho, es lo que me toca vivir, esta civilización funciona así y si existe lo que hay es porque lo hemos generado nosotros; los gobiernos los generamos nosotros, las angustias las generamos nosotros, las felicidades también las generamos nosotros. Entonces no encuentro que sea malo, que exista o no la música de consumo. A mí no me agrada, ese es otro cuento, yo no perdería el tiempo escuchando reguetón, no estoy para eso, yo soy otro tipo de persona. Personalmente siento que toda la música que rebaja la condición humana, y rebaja los valores humanos basado en cosas mínimas como el respeto, no me gusta. Nada que implica violentar a alguien ya sea física o psicológicamente me agrada. Y siento que esas industrias se dedican a eso y pervierten todo. Que lo sigan a haciendo, yo no puedo hacer nada pero yo estoy a un lado.
- Quizás por eso tu pasión por los cantautores chilenos, hace poco hiciste arreglos para un concierto donde se interpretaron temas de Violeta Parra, con la Sinfónica de Concepción, y además dirigiste la Orquesta de la Universidad de Santiago, en la apertura de temporada de este año, con temas de Víctor Jara. Porqué haces este tipo de cosas, para que perduren?
- Ay, sí ¡fui muy feliz haciendo eso! (pausa) No, yo creo que ellos han perdurado en el tiempo, porque sus cosas son muy fuertes, evidentemente los temas de Víctor Jara y sus letras y melodías son muy simples a la luz de un análisis formal, teórico europeo- lo digo de manera sarcástica, porque no creo en eso (sonríe) – pero son muy fuertes en su contenido. Yo pienso que eso es muy importante, y eso se transmite solo. Las otras cosas que rebajan al ser humano y que se producen ahora, van a morir. De la otra música va a quedar su sentimiento, porque es muy fuerte, es muy sólida. Si aprendiéramos a ver que lo humano pasa y muere, yo creo que valoraríamos muchas cosas más que tenemos a simple vista y que no nos damos cuenta. Somos muy pequeños aún, por eso el desarrollo espiritual ha bajado y va en picada.
"Yo pienso que las canciones de ellos, muchas veces hablan de problemas sociales, porque si tu piensas en Luchín, -“en el niño Luchín con su pelota de trapo, en Barranca”- te puedo asegurar que en este preciso momento hay un niño Luchín, y no ha cambiado nada, y la teoría mía es que eso no va a cambiar, porque a nadie le importa”
- Existe la percepción de que en Chile no se valora mucho la música latinoamericana, la música nuestra. ¿Por qué crees tú que sucede eso, que no nos conformamos con nuestros compositores y siempre estamos mirando hacia arriba o a Europa?- Mira yo pienso que no es tan así, mira a Violeta Parra, Víctor Jara, Rolando Alarcón, y muchos otros. Cuando uno habla de Víctor Jara siempre se pone en una posición más combativa, y espontáneamente se ubica en la izquierda. Yo creo que no es tan así, yo creo que la música de Víctor Jara traspasa la política actual que es tan desastrosa, los políticos actuales son desastrosos. Yo pienso que las canciones de ellos, muchas veces hablan de problemas sociales, porque si tu piensas en Luchín, -“en el niño Luchín con su pelota de trapo, en Barranca”- te puedo asegurar que en este preciso momento hay un niño Luchín, y no ha cambiado nada, y la teoría mía es que eso no va a cambiar, porque a nadie le importa. (Pausa) Porque si nos importaran los problemas sociales habrían mejorado, porque o sino como explicas que en cuarenta años no cambie nada. Y esas cosas a mí me producen pena, porque cuando escucho canciones así, la verdad es que me entristezco mucho porque no ha cambiado nada y no va a cambiar. Esas cosas siguen teniendo vigencia, y la van a seguir teniendo porque además son muy bellas melódicamente hablando. También hay que decir que valoramos lo que hay que valorar, porque hay una cierta música que es más frívola de entretención, porque la gente por ejemplo en una fiesta quiere bailar, y es muy lindo bailar, y es evidente o si no el mundo seria muy grave, serio. No, a mi por el contrario me gusta todo eso, soy muy alegre, chistoso, y me gusta todo que no baje el nivel.(pequeña pausa) Fíjate, que en Brasil sí se respeta mucho la música brasilera, los cubanos también, los argentinos igual. Yo pienso que nosotros tenemos el complejo de ser europeos, y no hay nadie en Chile que no diga yo tengo un abuelo o un bisabuelo europeo, todos hablamos así, pero no nos damos cuenta que somos mestizos. Mira yo no soy Chauvinista ni nada de eso, pero pienso que hay un gran porcentaje de chilenos que son muy acomplejados y muy snob. ¿Has visto letreros en ingles? Es patético, yo no hablo inglés, y no hablaré inglés, y quien se quiera entender conmigo tendrá que hacerlo en español, y como ya soy un hombre viejo y voy a morir pronto, me da lo mismo – risas- Pero somos muy snobs y acomplejados, y nos gusta ser europeos, porque tenemos ancestros europeos, pero si anduviéramos pensando todo el día en eso, y hablando cosas ridículas como “Mama mía” y cosas estúpidas como esas, sería patético. Y eso hace que esa gente- que es patética y no respeta nada- no valoren muchas de las cosas que se hacen en Chile, como por ejemplo el arte, las ollas, los servicios. Entonces existe esa cultura, y nadie quiere ser chileno. Mira, yo creo que en Chile sí se valora al músico chileno, porque yo me siento valorado, yo tampoco soy un top ten, pero me siento contento. He estrenado toda mi música en Chile, y me conocen en Chile, no me interesa ser conocido suponte en Suecia, y no te lo digo por aniñado, sino que porque me interesa que me conozcan de donde soy. Sí me interesa que me conozcan en Antofagasta, en Concepción, en Arica y en Lima, ¿me entiende?
- Sí por supuesto, y Guillermo, cuéntame ¿cómo te definirías? porque eres percusionista, compositor, director. Músico docto y popular. ¿En cuál de esos roles te sientes más a gusto o identificado?
- Yo soy músico no más, y entendiendo como músico alguien que vibra con la música sin saber por qué. Y soy percusionista, y compositor, y arreglador, y dirijo orquestas; soy músico, y como músico no me considero grande, me considero más bien pequeño. Trato de aprender día a día cada vez más, y no me catalogo en ninguna cosa porque no creo en eso. Me da mucha risa cuando alguien hace esas divisiones, pero no una risa burlona, yo creo que uno es músico y tiene diferentes gustos o tendencias. Yo disfruto mucho la música barroca y escucho jazz, y escucho tango y bossa, y por supuesto cuecas de la zona centro, y huainos de la zona norte, los cachimbos; disfruto de todas las cosas que me gustan, porque claro que hay cosas que no me gustan dentro de ese universo. Pero no, yo soy músico no más, y con mucho orgullo (pausa) músico no más.
- ¿Crees que podrías escoger dentro de todas tus obras una que te guste o apasione más, o eso no lo puedes hacer?
-No puedo responderte eso, tal vez lo último que estoy haciendo en mi casa, pero lo que pasa es que siempre estoy tratando de aprender un poquito más y vinculando un poquito más. Yo creo que cuando pasé los cuarenta o cincuenta años ya no tuve la necesidad de vestirme con ropajes ajenos, y no tener vergüenza de decirlo me gusta. Empecé a estar más tranquilo, y mi ego ahora no sé si está menor o mayor, pero ya no necesito ser de vanguardia ni de retaguardia, soy lo que soy no más, y si le gusta alguien sensacional, pero soy lo que soy; no tengo más, y eso me acomoda. Ya no me gusta vestirme con ropaje ajeno, siempre trato de ser honesto, y aunque muchas veces no comparta la estética de algunos músicos, siempre he valorado la honestidad y creo que en Chile hay muchos músicos honestos- y esboza una leve risa pensativa-
- Guillermo, hay algo que quiero preguntarte, y que me gustaría comentaras. Tú hiciste los arreglos para la Orquesta Sinfónica de Chile del Himno Nacional que se presentó en el Estadio Nacional, en la ceremonia de investidura de Alwayn en 1990. ¿Por qué lo hiciste?
- Por una simple razón, porque yo prometí que no cantaría el Himno Nacional hasta que se volviera a democracia, y así lo hice. Y fui muy feliz al hacerlo en esa ocasión- afirma con una mirada cómplice-
- Sí por supuesto, y Guillermo, cuéntame ¿cómo te definirías? porque eres percusionista, compositor, director. Músico docto y popular. ¿En cuál de esos roles te sientes más a gusto o identificado?
- Yo soy músico no más, y entendiendo como músico alguien que vibra con la música sin saber por qué. Y soy percusionista, y compositor, y arreglador, y dirijo orquestas; soy músico, y como músico no me considero grande, me considero más bien pequeño. Trato de aprender día a día cada vez más, y no me catalogo en ninguna cosa porque no creo en eso. Me da mucha risa cuando alguien hace esas divisiones, pero no una risa burlona, yo creo que uno es músico y tiene diferentes gustos o tendencias. Yo disfruto mucho la música barroca y escucho jazz, y escucho tango y bossa, y por supuesto cuecas de la zona centro, y huainos de la zona norte, los cachimbos; disfruto de todas las cosas que me gustan, porque claro que hay cosas que no me gustan dentro de ese universo. Pero no, yo soy músico no más, y con mucho orgullo (pausa) músico no más.
- ¿Crees que podrías escoger dentro de todas tus obras una que te guste o apasione más, o eso no lo puedes hacer?
-No puedo responderte eso, tal vez lo último que estoy haciendo en mi casa, pero lo que pasa es que siempre estoy tratando de aprender un poquito más y vinculando un poquito más. Yo creo que cuando pasé los cuarenta o cincuenta años ya no tuve la necesidad de vestirme con ropajes ajenos, y no tener vergüenza de decirlo me gusta. Empecé a estar más tranquilo, y mi ego ahora no sé si está menor o mayor, pero ya no necesito ser de vanguardia ni de retaguardia, soy lo que soy no más, y si le gusta alguien sensacional, pero soy lo que soy; no tengo más, y eso me acomoda. Ya no me gusta vestirme con ropaje ajeno, siempre trato de ser honesto, y aunque muchas veces no comparta la estética de algunos músicos, siempre he valorado la honestidad y creo que en Chile hay muchos músicos honestos- y esboza una leve risa pensativa-
- Guillermo, hay algo que quiero preguntarte, y que me gustaría comentaras. Tú hiciste los arreglos para la Orquesta Sinfónica de Chile del Himno Nacional que se presentó en el Estadio Nacional, en la ceremonia de investidura de Alwayn en 1990. ¿Por qué lo hiciste?
- Por una simple razón, porque yo prometí que no cantaría el Himno Nacional hasta que se volviera a democracia, y así lo hice. Y fui muy feliz al hacerlo en esa ocasión- afirma con una mirada cómplice-
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